18 de febrero de 2014

TODOS LOS RIVALES SON "INDEPENDIENTE"

Desde lo táctico y desde lo actitudinal, Boca Unidos realizó un gran partido frente a Independiente en Avellaneda: el equipo brilló por su despliegue, solidaridad y entrega. Probablemente, al tomar conciencia del rival y el escenario con los que iban a encontrarse, cuerpo técnico y jugadores se mentalizaron en afrontar el compromiso como una final y, por eso, en ningún momento se sintieron desbordados por el contexto. Si el equipo logra salir con esa mentalidad y convicción, de aquí al final del campeonato, será posible revertir el momento adverso.

CADA PELOTA COMO LA ÚLTIMA. Boca Unidos jugó un partido de "dientes apretados"
y sólo por cosas del fútbol, no se llevó los tres puntos. Imagen: Photogamma

Tras el empate ante Ferro Carril Oeste en Corrientes, Carlos Trullet mencionó una frase clave para entender el partido que el Aurirrojo tenía por delante: "vamos a estar en la cresta de la ola". El entrenador utilizó ésta metáfora para explicar el desafío que se venía ante Independiente, en Avellaneda, y no se equivocaba, porque aunque cuenta con un plantel experimentado y acostumbrado a los grandes retos, "más que de costumbre" los medios nacionales estuvieron cerca de la concentración del equipo de la Ribera, debido a que se trataba del rival del "Rojo".

El escenario fue un estadio, actualmente remodelado, que conoce sobradamente de tiempos gloriosos. Hoy por hoy, hay que decirlo, muy distantes de una realidad a la que este coloso internacional no está acostumbrado. Por historia, se trata de uno de los clubes con más trofeos en sus vitrinas, y el más ganador del máximo galardón del fútbol de nuestro continente: La Copa "Libertadores de América"; nombre que con orgullo y justificación porta la casa del "Diablo".

Pero nada de ésto influyó en los jugadores de Boca Unidos. El equipo correntino jugó con una determinación y convencimiento tal, que encarnó perfectamente la alegoría del pequeño hebreo David  ante el gigante filisteo Goliat. Boca Unidos tomó la piedra y la arrojó sobre la cabeza del gigante, y al golpearlo éste cayó; al menos por 85 minutos, el gigante estuvo conmocionado y le costó mucho volver a ponerse de pie. Al final lo consiguió, porque el fútbol tiene esas cosas y porque el fútbol no es un relato bíblico, aunque esté cargado de simbolismos, de héroes, de villanos, y aunque muchas veces uno sólo pueda atribuir determinadas acciones de un partido a una intervención divina.

Justamente, Independiente alcanzó la igualdad en el marcador -en el epílogo del match- por una jugada  que tiene explicación, pero que estaba fuera del libreto; un libreto que había sido escrito por el propio conjunto correntino. La historia es ya por todos conocida: salvo los primeros 10 o 15 minutos, Independiente no pudo prevalecer en el encuentro. Boca Unidos lo maniató, le cerró todos los caminos, lo fustigó, le propuso una "guerra de guerrillas" que erosionó la prestancia futbolística de las principales figuras del local y el ánimo del equipo.

Con sus armas, con sus muy nobles armas, los de la ribera manejaron el trámite del encuentro, aún prescindiendo por momentos de la posesión del balón. Y, por el camino, cayó el gol de Raymonda, el "piedrazo de David" al que hacíamos referencia. Y el Rojo no podía reaccionar, le costó mucho reaccionar. Salió a buscar el empate porque así lo demandaba su condición de dueño de casa, pero el territorio correntino estaba "minado". A cada paso, los jugadores de Independiente se encontraban con piernas aurirrojas que obstaculizaban y cortaban sus avances.

Sólo un gran estratega como Omar De Felippe entendió que por tierra la solución no llegaría. Nosotros no lo entendimos y por eso celebramos la salida de Federico Insúa, nosotros no lo entendimos y por eso estamos aquí, escribiendo esto. Pero el técnico bahiense, que de esto mucho sabe, tuvo la sapiencia necesaria para entender que, quizá, una pelota enviada por vía aérea podría funcionar. Por eso mandó a la cancha al paraguayo Adrián Fernández, y por eso el guaraní consiguió la igualdad tras un largo bochazo de Samuel Cáceres. Claro, esto es muy fácil decirlo hoy, no con el diario del ¿lunes? Con el del martes.

No obstante, insistimos en que se trató de una jugada fuera del trámite del partido. Porque Boca Unidos lo jugó con fiereza, pero también con la tranquilidad de quienes están acostumbrados a encuentros de estas características. En ningún momento pareció perder la serenidad el equipo correntino; ni siquiera, cuando el Rojo mandó algunos avisos a través de Montenegro y Parra; ni siquiera, después del empate, porque también estuvo cerca de ganarlo en los últimos minutos. Haciendo recurso a su planteo, Boca Unidos se sintió dueño del juego y lo hizo con mucha naturalidad, con la confianza de saber lo que hacía.

La clave será mantener viva la memoria de lo hecho ante Independiente. Será importante asumir todos los partidos que quedan como si el rival a enfrentar fuese Independiente. El equipo es consciente de su potencial y el cuerpo técnico es consciente del potencial del equipo. El partido en Avellaneda es un norte: si los de rojo y amarillo pueden mantener la tesitura mostrada en el "Libertadores de América"; si, partido a partido, pueden alcanzar o superar lo hecho en cancha del Rojo con los mismos estandartes de sacrificio, actitud, solidaridad, orden táctico, control del esférico y del partido; quedará por adosar una mayor cuota de gol y esto, sin dudas, le permitirá reposicionarse en el torneo.

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